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Las dos terceras partes del país
    serán abatidas y perecerán;
solo una tercera parte quedará con vida
    —afirma el Señor—.
Pero a esa parte restante la pasaré por el fuego;
    la refinaré como se refina la plata,
    la probaré como se prueba el oro.
Entonces ellos me invocarán
    y yo les responderé.
Yo diré: “Ellos son mi pueblo”,
    y ellos dirán: “El Señor es nuestro Dios”.

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